Robin resurge
"La sanción omega. La muerte que esta vez ¡es en realidad vida!"
Batman
La incógnita era cómo lo iban a lograr. Porque el desenlace, empezando por el título, era previsible y esperable. Y gracias al buen autor que tuvo esta saga, no sólo se llegó de una manera creíble y lógica, sino se volvió en objetivo deseado también por los lectores.
Batman ha llegado a Apokolis llevando puesta la armadura Hellbat, aquella que sus amigos de la Liga de la Justicia forjaron para que utilice en combates contra metahumanos, pero dicha coraza se fusiona con su organismo agotándolo lentamente, convirtiéndose en un peligro paulatino mientras más la utilice.
En la Tierra, Red Robin, Red Hood y Batgirl han decidido unirse a ayudarlo, para ello engañan a Cyborg para que los teletransporte al infernal planeta, utilizando cada uno la emblema de la letra R como estandarte de la misión. Víctor Stone, al reaccionar, no tiene luego más remedio que unirse en la faena.
La batfamilia por completo se las ve contra las huestes y tropas del planeta, lugar en donde el hijo de Darkseid, Kalibak ha utilizado el ataúd de Damian con el fragmento del caos para recargarlo de energía que revitalice a su padre. Y es entonces cuando el gran señor de Apokolis aparece y vuelve a vérselas con Batman. En un combate titánico, una nueva revancha para ambos y casi en igualdad de condiciones por la armadura del humano, Darkseid efectúa nuevamente sobre su rival la sanción omega: el disparo de los poderes de sus ojos para desintegrar definitivamente al Caballero Oscuro. Sin embargo, el fragmento del caos, en poder de éste actúa absorbiendo completamente la energía, justo a tiempo para que Cyborg los lleve a todos de vuelta a la cueva mediante la caja madre.
En estado casi crítico, Batman se despoja de su armadura y tomando la piedra cargada de energía omega, cataliza toda esa fuerza, la misma que alguna vez lo llevara al pasado, clavándola en el ataúd de su hijo. Y toda la familia observa conmovida el despertar de Damian Wayne, como si de un largo sueño fuera, acercarse a su padre y darse por fin en abrazo más lindo de todos.
Lo que resta no podría considerarse anecdótico ni de relleno, pero hay que admitir que no alcanza las cotas de emoción que supo ganar la serie y tampoco lo requiere a esta altura. Es prácticamente una celebración del regreso del dúo Dinámico, con un breve lapso con Robin teniendo superpoderes residuales de la energía de Darkseid y alguna aventura de los dos justicieros en la Luna, durante un turno de vigilancia en el satélite de la liga.
Patrick Gleason, Andy Kubert, Mick Gray y Ian Bertram fueron los dibujantes en este último tomo, que podría ser tranquilamente un final abierto para el Murciélago y su legado.
Peter Tomasi ha hecho una gran labor en todo este tiempo que ha conducido los cauces y las simpatías de los fanáticos hacia un personaje que no era tan popular o querido como sus predecesores, pero que ha ganado su lugar incuestionablemente. Ojalá hubiera más etapas como la de este escritor, que saben demostrar que Batman es más que un planificador incansable con gesto ceñudo y todopoderoso. Quien escribe estas líneas prefiere también recordar un diálogo de este arco en el cual tras volver a patrullar juntos, Damian le pregunta si se siente bien porque lo ve sonriendo, y su padre le contesta que así parece, plenamente feliz.
Nota personal: 9


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