La guerra de Gotham
“Mátenlos y vivan
para siempre”
Vándalo Salvaje
Los recientes encuentros
contra Máscara Roja e Insomia han dejado al Caballero de la Noche incapacitado
y en un coma transitorio y aunque no presenta daños físicos no puede decirse lo
mismo de su estado mental. El Batman de Zurr-en-Arrh, aquella personalidad de
respaldo que él mismo creara en su momento para que tomara el control en caso
de tener su juicio en peligro, está presionándolo para tomar el control. Casi
como una alucinación, se comunica consigo mismo, en un ejercicio de diálogos
que recuerdan más a Dos Caras que al héroe del cómic.
Curiosamente, durante
su letargo su ciudad se ha ido modificando y no necesariamente para mal. Ha
habido una notable disminución del delito, y la responsable de tal
circunstancia no es otra que Catwoman. La ladrona por antonomasia ha entrenado
a algunos de los delincuentes menores de la ciudad, y a otras villanas como
Escándalo Salvaje o Sandra Füller, la Clayface IV, para que realicen pequeños
robos a multimillonarios, pero sin permitirles delitos mayores o personas en
estado de vulnerabilidad.
Por ende, ella
solicita a Batman y su familia que no intercedan en las actividades de su
acólitos, petición que algunos increíblemente encuentran loable, tales como
Jason Todd y el propio Nightwing, pues consideran que se están notando mejorías
al permitir solo hurtos a los ricos. El Encapotado, no obstante, es implacable
con su idea de que no hay grises en la lucha contra el crimen y esto producirá
una serie de enfrentamientos incluso contra sus propios amigos y aliados.
Para colmo, todo
empeorá con la llegada del infame Vándalo Salvaje, que querrá utilizar al grupo
que comanda Catwoman para obtener los restos de una serie de artefactos que se
relacionan con lo que le otorgó su propia inmortalidad, don que está dispuesto
a entregar a sus colaboradores.
La Guerra de
Gotham es para mucho el peor arco escrito por Chip Zdarsky, Tini Howard y
Matthew Rosenberg y motivos no faltan
para darles la razón. Personajes fuera de sí mismos, argumento que se estrella
en recovecos que no respetan ni los arcos alcanzados por los personajes ni
otorgan originalidad. Batman parece más un loco que quiere que no haya crimen
porque sí y que está dispuesto a manipular la mente de Jason Todd y efectuarle una tortura que resultará
sorprendente para cualquiera que no conozca el argumento de La naranja mecánica,
y todo esto para que no se pase al lado opuesto de la ley (del cual yo creo que
ya lleva demasiado tiempo de estadía para que lo tomen con tanto dramatismo).
Con respecto al
resto de los personajes,la sola idea que los que fueron Robin consideren que
haya robos perdonables sólo porque afecten a multimillonarios es absurda y no
parece propia de ellos, más aún considerando que todos se criaron en una
mansión y dependiendo de un mayordomo para todo. Y que Catwoman crea que Batman
pueda quedarse quietito y campante mientras los rateros van desfalcando
mansiones tampoco parece muy creíble de su parte.
El arte de Mike Harthorne,
Jorge Jimenez, Nico León y Nikola Čižmešija
es aceptable, probablemente lo mejorcito de la obra, aunque no hay grandes
momentos visuales que destaquen.
Nota personal: 4


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