Réquiem por Damian



 "Padre: estoy seguro de que te enfadarás conmigo por desobedecerte de nuevo, pero no me importa, no dejaré que luches solo contra Leviathan. Me necesitas y siempre estaré a tu lado.

Porque me será difícil decir estas palabras cara a cara, quiero que sepas que mi madre me pudo haber dado la vida, pero tú me enseñaste a vivir.

Con amor y respeto, tu hijo Damian"

Carta póstuma.


¿Cómo seguir una serie llamada Batman y Robin sin Robin? ¿Y cómo evitar caer en la repetición que supuso la etapa posterior a Una muerte en la familia, haciendo exactamente lo mismo? Si Peter Tomasi y Patrick Gleason sólo hubieran tenido esos dos objetivos los habrían cumplido con este volúmen, pero la magnificencia de estos autores nos permitió obtener una de los mejores cómics de la historia de Batman, tanto en guión como en dibujo. Y lo digo sin mosquearme ni un poco. Y vaya que he leído cómics...


Una salvedad antes de desarrollar el arco en sí: vale contar que en esta historia se descubre que Damian había estado tomando clases de actuación de manera independiente con Carry Kelley, la célebre Robin de El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller y que aquí se incorpora a la continuidad canónica como una profesora de teatro. Este detalle sólo influye en la trama de manera tangencial o anecdótica pero es importante mencionar.


En el primer capítulo tenemos una obra sensorial terriblemente desgarradora, demacrada, triste, una historia que fue llamada el Capítulo Mudo porque se ve la rutina de Batman y Bruce Wayne, tapando cuadros, recordando al hijo perdido, cumpliendo su deber, incluso mirándose en los espejos de los edificios...y en un final que destroza el alma encuentra una carta de Damian que lo lleva a golpear las cosas con fuerza, gritar y llorar desaforadamente. No, absolutamente no hay ninguna copia de la muerte de Jason Todd. Batman tiene muy presente a su hijo y hasta peligrosamente hablará de él en tiempo presente.


Los siguientes capítulos son temáticos acerca de las etapas del ser humano con la muerte, comenzando con la Negación: Batman viaja al ártico para encontrarse con Frankenstein (personaje que yo ignoraba que formara parte del universo DC) y debe ser detenido por Tim Drake en el afán del Caballero Oscuro de exigir al monstruo que lo ayude a resucitar a su hijo, que no merecía morir.


El siguiente episodio es la Ira, en la que pide a Jason Todd (¿quién sino?) que lo acompañe a una misión en el desierto contra asesinos que quisieron ejecutar a Damian por la recompensa, pero termina siendo un encubierto paseo por el lugar donde el propio segundo Robin fue asesinado... y Batman revela que lo llevó allí para ver si puede recordar algún vestigio de su defunción que le permita traer de los muertos a Damian. Ambos se van a los puños, en una manifestación más del dolor inmenso que los carcome. La bronca del Encapotado gritando que quiere ver crecer a su hijo aún sigue retumbando en este lector.


En Negociación, es Barbara Gordon quien lo confronta y hasta se ofrece irónicamente a pasar ella misma a ser Robin si eso resuelve las conductas suicidas y culposas que manifiesta el Murciélago, demostrándole que no hay manera de hacer un acuerdo contra lo inevitable.


Catwoman, luego, es la que acompaña en la Depresión, en una misión conjunta de rescate de una niña que es utilizada como cebo para que su padre proporcione recursos a terroristas.


Y en Aceptación descubrimos a Bruce Wayne absorto en un simulador por computadora donde durante días revive e interactúa sus últimos momentos con Damian, revisando el último combate de su hijo contra el Hereje y ayudándolo y venciéndolo juntos, en una sesión de autotortura en la que se demuestra a sí mismo que hubo muchas maneras en las que pudo haberlo salvado. El buen Dick Grayson entonces se ofrece a entrar en la animación y entre ambos resuelven de igual la situación, con un final feliz que se ve demasiado atractivo, pero el propio Batman por fin se convence que así no funcionaron las cosas, que nada las cambiará y que es inútil engañarse.


Sobre el final, Alfred usa el mismo módulo para él también simular su último encuentro con Damian en la cueva, y en ella le aplica una llave del sueño para no dejarlo irse a luchar contra Leviathan. Y le refiere lo orgulloso que está de él, algo que no pudo decirle en vida. Llorando, Alfred le pide perdón a su jefe y exclama que jamás se perdonará no haber intervenido. 


Bruce Wayne apaga el aparato definitivamente, comprendiendo que no es el único padre que ha perdido a su hijo.


Nota personal: 10




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