Juegos de guerra, tercer acto
"El murciélago nos ha vendido bien esta vez. Ha puesto en peligro nuestras vidas y las de todo buen ciudadano de Gotham. Así que, desde ahora se acabaron las balas de gola. Si ven a alguien con máscara disparen a matar."
Comisario Atkins
Batman ha logrado que todas las facciones de criminales sean convocadas en el parque Robinson para ver a un único orador, Orpheus. Este falso mafioso debía dar un discurso empático y unificador que provocara una tregua y acuerdo entre todos de deponer las armas en respeto a los caídos de cada bando. La policía rodea el perímetro acompañada por Nigthwing y los vigilantes custodian la zona. Todo parece controlado.
Sin embargo, no es Orpheus quien aparece sino Máscara Negra quien arenga a los presentes a exterminarse completamente, exhalando la violencia y convirtiendo lo que ya era una guerra en una verdadera masacre. Las balas no tardan en volar. Todo se descontrola y la policía recibe su buena dosis de caídos, rompiendo de manera total los lazos con la batfamilia. Batman descubre al impostor que ha provocado ese caos y cuando está por detenerlo el Espantapájaros se solidariza con el villano y entretiene al héroe.
Todo está peor que nunca. Nigthwing intenta detener a Firefly y es baleado por la policía como un criminal y con su pierna desangrada queda fuera de combate.
Tim logra reunirse con su padre quien por primera vez reconoce que se siente orgulloso de él, pero no puede durar mucho esa pausa. Se necesita a todos para apagar todos los focos de incendio simultáneos.
Política y mediáticamente la policía se siente anegada y obligada a realizar arrestos ejemplares como muestra de control y poder. Deciden entonces tomárselas con la pandilla de Tarántula, a quienes no tardarán en sitiar y abrir fuego.
Máscara Negra, en tanto, regresa a la guarida donde tiene cautiva a Spoiler pero al llegar comprueba que ella se ha liberado y lo embosca. Ya no es la misma. Ha madurado. La cercanía a la muerte le ha hecho comprender que ser superheroína no es un juego y va a defender su vida con uñas y dientes. Su última lucha es heroica: golpea, doblega y vence a su adversario quien consigue tomar un arma y apuntarle pero ella se la arrebata en el acto. No obstante, los valores inculcados por Batman de no usarla son su perdición al detenerse y dejar que él no dude en dispararle y dejarla malherida. Con lo que le queda de fuerzas escapa y es rescatada por el Caballero Oscuro quien la lleva a la clínica de Leslie Thompkins para que intente el milagro de salvarla. La guerra no da tregua y él mismo debe ir a ayudar a Tarántula quien está a manos de la sedienta de sangre policía de Gotham.
Algo está ocurriendo, mientras tanto, ya que las facciones criminales se dirigen al centro notablemente organizados y convocados evidentemente hacia una cita. El desorden empieza a moldearse.
El periodista Arturo Rodríguez, que ha dado a esa altura un viraje ideológico y defenestra públicamente a los héroes es emboscado en la calle por Máscara Negra y lo obliga a movilizarse con él y transmitir su mensaje. Se autoproclama nuevo jefe criminal de la ciudad y les indica a todos los televidentes que ha encontrado la batcueva y la va a destruir por dentro junto a todo su nuevo ejército. Barbara ve con horror que se dirigen a la torre de reloj donde funciona su propia base de operaciones, donde ella misma se encuentra indefensa.
Máscara Negra usa a todos sus hombres para vencer las medidas de seguridad internas, agotándolas y llegando a arrojar al Espantapájaros al láser que bloquea el camino para despejarlo. Y, transmitiendo a todo Gotham vía satélite llega a Barbara y la pone en peligro, además de exponerla públicamente como la supuesta secretaria de Batman.
El Murciélago llega al rescate y se enfrenta en un duelo mortal con Máscara Negra. Afuera, el Espantapájaros se ha convertido en la bestia que el Pingüino ha hecho de él con sus toxinas y al ser un riesgo Robin decide intervenir prometiendo a la policía entregarse una vez que derroten a la criatura.
Barbara Gordon comprende que la única manera de poner en fin el conflicto es ponerse ella misma en riesgo de vida y que Batman deponga la lucha para salvarla, por lo que ejecuta la autodestrucción de la torre, destruyendo la infraestructura más importante que contaran en la lucha contra el crimen.
La violenta explosión deja su buen saldo de heridos, pero la guerra ha terminado con un solo ganador. Los medios ejecutan públicamente a los vigilantes como causantes del caos y que según ellos fallaron a la ciudad cuando más lo necesitó.
Pero Batman es necesitado en otra parte. Stephanie Brown está moribunda y él trata de confortar paternalmente a la única que siempre buscó de él ese rol y esa aprobación. La adolescente pide perdón y teme ser odiada por su novio Tim. Con sus últimas fuerzas le pregunta si realmente fue Robin, si tuvo ese honor al que llegó por mérito propio o si sólo un modo de enseñarle que no servía como vigilante. El murciélago le confirma que sí. Stephanie Brown fue la Chica Maravilla. Ella fallece afirmando que fue parte de la leyenda entonces y que nadie se lo podrá quitar jamás.
Y mientras la policía y los medios crucifican a la batfamilia y sus seguidores, todas las familias del crimen se unen a jurar lealtad a Máscara Negra como el nuevo padrino absoluto de Gotham.
Concluye así una saga alucinante con demasiadas emociones implicadas y vértigo constante. Una saga que no recurrió a los más famosos adversarios para sepultar los cimientos de todo.
Máscara Negra se erige como supervillano por estrategia, carisma y determinación como valores propios. El Murciélago, en tanto, ha visto como todo lo que tenía por sentado se desploma ante sus ojos y lo deja despojado de su principal recurso tecnológico, de estructura e inteligencia del que depende desde hace años y lo regresa al rol de solitario en desventaja sin un sólo policía de aliado.
En esta ocasión, se unen Thomas Derenick y Paul Lee al grupo de dibujanres que han acompañado esta serie.
Nota personal: 10

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