Espejo oscuro parte 1



 "Tú y yo hemos tenido que soportar un montón de cosas terribles en nuestras vidas. Pero deja que te diga que solo unas pocas cosas me hacen tener pesadillas. Una es esa puerta. Esa puerta que se abre sola y esa pistola... Y la otra es James. James, mirándome desde el césped, sujetando el llavero de Bess en su mano. Haciéndola girar una y otra vez. Sonriendo..."

Barbara Gordon 


Mientras Bruce Wayne inicia su cruzada internacional, Dick Grayson ejerce como Batman en Gotham, adaptándose como puede a vivir en una mansión que le es esquiva desde el regreso de su propietario, a pesar de haber sido donde pasara su infancia.


En la primera aventura, el comisario solicita el uso de un laboratorio de WayneTech para analizar evidencias, oportunidad suficiente para comenzar a descubrir que existe una red de mercado negro donde se subastan artículos de villanos. Entre lo rematado, se incluyen gas del miedo del Espantapájaros, sueros mutágenos de Man-Bat y Killer Croc o incluso la barra de metal con que el Joker golpeara a Jason Todd. Batman llega a La Casa de Los Espejos, sitio donde se realizan las subastas clandestinas y se enfrenta al tenebroso Tratante, pese a que lo que horroriza al joven héroe es ver que ciudadanos comunes y respetables enloquecen con morbo por comprar evidencias tan comprometidas con crímenes espantosos.


En la segunda historia James Gordon tiene un encuentro con alguien de su pasado que le trae dolorosos recuerdos. Se trata de su primogénito y tocayo, aquel que naciera en Año uno y del cual jamás se había vuelto a ver. Se desvela entonces que fue un niño con un fuerte desapego emocional y trastorno antisocial, con un pasado violento en instituciones psiquiátricas y que aparentemente busca enmendar su vida trabajando para Leslie Thompkins. Precisamente, este acercamiento a su padre se debe a que le pide que actúe como intermediario con Dick Grayson para que no afecte su inserción laboral, sabiendo que el hijo adoptivo de Bruce Wayne tiene su propio y negativo concepto de él. Es notable como este regreso altera a todos sus seres cercanos, sobretodo a Barbara que guarda tenebrosos recuerdos de su hermanastro.



El propio comisario luego empieza a seguir a un sospechoso de un caso de antaño que aparentemente era el asesino de niños, y el propio implicado reconoce haberlo seguido a Gordon en aquella época y conocer a su hijo... sólo para estremecerse al ver su naturaleza. Todo ese relato está mezclado con flashbacks de la infancia de James, donde manifestaba su distanciamiento de los demás, ya sea por no llorar de bebé, matar pájaros o disfrazarse del Joker para Halloween; aunque el fragmento que se lleva las palmas es la desaparición de una amiga de Barbara durante unas vacaciones, luego de haber discutido con él. Por ende, la aparición de este personaje genera una tensión inquietante, en la cual no muestra sus cartas ni se pueden deducir sus intenciones reales.


Scott Snyder saca el jugo de utilizar a Dick como Batman como muy pocos lo hacen en este comienzo de su obra maestra. Verlo tan apegado a sus sentimientos, reflexionando sobre su propia vida con Barbara, Alfred o Tim e incluso la respetuosa dinámica con Gordon a quien ve más como un suegro que como un aliado es un interesante contrapunto para con la sombría estela que destila el Caballero Oscuro original.


Las historias, a su vez, no solo cumplen con entretener sino que logran atrapar, destacándose el rescate de un personaje olvidado como el hijo de James Gordon, a quien le otorga una dimensión más que interesante y digna. Tenemos un thriller detectivesco claramente de suspenso, con elementos de terror, donde el dibujo de Jock y Francesco Francavilla acentúan la sensación de peligro.





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