Cara a cara
"Un amigo no querría esa confirmación. Un rival celoso tal vez."
Dos Caras
Batman y Robin han estado fuera de Gotham por todo un año y en todo ese tiempo el murciélago ha dejado a la ciudad a cargo de Harvey Dent, quien se ha redimido tras la cirugía que le practicara Silencio y abandonó los malos hábitos de su mitad siniestra. Y aquí se ve una de las características en las que se distinguirá Batman en esta historia: la delegación.
El regreso del dúo no es el único que se produce, ya que tanto Jim Gordon y Harvey Bullock han vuelto a sus funciones en la comisaría sin mucha explicación, lo cual parece que es el síntoma de lo que quiere construir por el autor: dejar atrás los cambios y colocar el universo narrativo en un estadío anterior. Una involución en pos de mantenerse en lo conocido.
Lo interesante ocurre con el asesinato de algunos villanos menores, en primer lugar la mismísima KGBestia, siguiendo con Urraca, Orca y el mismísimo Ventrílocuo. Todos ellos han sufrido disparos cuyo modus operandi pareciera pertenecer a Dos Caras, lo cual obliga al Murciélago a interrogar a su nuevo socio sobre su presunta responsabilidad.
Mientras tanto, y conforme a lo anteriormente señalado, también contrata a Jason Bard como investigador privado, para que realice pesquisas de forma independiente durante los horarios que él esta imposibilitado de hacerlas sobre este misterioso asesino.
Uno de mis momentos favoritos es un enfrentamiento del Espantapájaros con Robin, en el cual Batman humilla al villano dialécticamente declarando que el joven es inmune a sus toxinas ya que ha sufrido suficientes desgracias en su vida como para sucumbir al miedo. Es destacable que no estamos ante un Batman oscuro, sino uno más sociable y que empatiza con Tim, a quién propone adoptar como hijo sobre el final.
La reunión con Dent asimismo es un fracaso. La sola duda de las intenciones de alguien que quiso escapar de su pasado provoca en él una desilusión por el preconcepto y, contestando con evasivas, ni niega ni admite haber tenido algo que ver con las muertes. Sin embargo, la distancia se ha creado: el Caballero Oscuro acaba de meter la pata y esto le saldrá caro.
Convencido que jamás podrá dejar de ser señalado como un criminal -aún habiendo cumplido su condena y dando pruebas de su buena fé-,sus voces internas le sugieren provocarse él mismo la herida característica de su rostro y volver a las andadas como criminal.
Lamentablemente para el lector, deducir al culpable será una verdadera decepción para el lector, ya que se descubrirá que ha sido -desde su celda-, Warren White, el Tiburón Blanco que fuera alguna vez financista y se volviera villano en Arkham Asylum: Purgatorio. Gracias a este accionar, se convierte en el nuevo jefe del hampa aunque los próximos autores apenas si hablarán de él.
James Robinson nos trae una buena historia en la que se percibe ese aire de transición donde un autor debe hacer el trabajo sucio para que los sucesores encuentren el entorno que la editorial buscaba. Claramente se ampara en el status quo anterior para realizar cambios, a fin de retrotraer la acción a un momento más familiar para los lectores fanáticos y los casuales.
Leonard Kirch y Dan Kramer ilustran de manera magnífica, enfatizando los mejores momentos que están intrínsecamente relacionados con los enemigos.
Nota personal: 8


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