Silencio parte 1
"En el fondo, Clark es una buena persona. Y en el fondo, yo no."
Batman
El secuestro en un barco (¿por qué en un barco?) del hijo de un acaudalado magnate con un pedido de rescate de diez millones de dólares es el punto de partida. Batman rescata a la criatura de lo que parece un grupo comando encabezado por Killer Croc, de aspecto más reptiloide y deforme que nunca. Y mientras se pregunta cómo un ser tan poco dotado mentalmente pudiera orquestar un golpe así, Catwoman se roba el botín. El murciélago la sigue por las azoteas pero su cuerda es cortada en la noche y cae a la ciudad, produciéndose un terrible traumatismo de cráneo.
La Cazadora lo sube a su auto y en la cueva Alfred se da cuenta de su limitada capacidad para una emergencia médica de ese talante y su jefe entonces le envía un mensaje en código morse mencionando las palabras Tommy Elliott. Tommy ha sido el mejor amigo de la infancia de Bruce y ahora, convertido en una eminencia de la medicina logra restablecer la salud de su antiguo amigo.
Restablecido de una cirugía cerebral sin secuelas ni complicaciones, interroga a Killer Croc quien asegura que el dinero del rescate era para operarse y recuperar su aspecto humano. Y ahí cuando se descubre que estuvo manipulado por Poison Ivy para cometer el delito y Catwoman también, hechizada por los encantos de la villana.
Catwoman y Batman se unen en la búsqueda pero también se besan e inician una relación. Ha pasado el tiempo de la coquetería y el histeriqueo y por fin sucumben a la mutua atracción. Este es el verdadero gran aporte que brinda este cómic y que perdurará con altibajos. También, por ese entonces un misterioso personaje de gabardina y rostro vendado se lo observa vigilando al Caballero Oscuro y citando a Aristóteles, hablando sólo. Si eso lo hace feliz, bienvenido.
La historia está plagada de flashbacks que muestran la infancia de Bruce Wayne y Tommy Elliott, jugando ajedrez, paseando y también el momento en que los padres del chico tienen un accidente de tráfico del que sólo sobrevive su madre, operada por el padre de su amigo. También se lo observa en varias ocasiones al ahora médico buscando a Bruce, como galeno a cargo de un paciente de una de las cirugías más delicadas que pueden hacerse y que sin embargo a nadie le preocupa en lo más mínimo. Ni que fuera para tanto.
En Metrópolis Batman y Catwoman ambos hallan a Poison Ivy pero lejos de entregarse ella también controla ahora a Superman, lo que da lugar a una inmensa pelea entre los dos superhéroes. Por supuesto, ya se sabe quién va a ganar la contienda, porque hay uno que vende más cómics y películas desde hace años.
Batman sabe que tiene un nuevo adversario que lo está probando y poniendo varias piezas en su lugar en un severo complot para destruirlo. Vaya a saber cómo lo sabe, porque ni Poison Ivy dice nada del secuestro ni aparece una sola pista al respecto. De hecho: jamás se volverá a hablar del tema. Eso sí que es un mcguffin en toda regla.
Por suerte, cuando va a la opera con Selina Kyle, Tommy Elliott y Leslie Thompkins, llega Harley Quinn a asalta a la concurrencia, pero tiene tiempo para decirle que su accionar está guionado. Sí, la villana le dice que es un plan contra él. Gracias, Harley, por aclarar las dudas del héroe, no vaya a ser que sea más paranoico de lo que ya es. Elliot persigue a la payasa porque le ha robado un collar que pertenecía a su difunta madre y Batman sale al callejón. Al llegar, Batman encuentra a su amigo asesinado en plena calle y al Joker exhibiendo dos pistolas.
Todo eso pasa en sólo seis cómics, sin tiempo de respiro. Jeph Loeb escribe un guión cargado de acción y cameos, prácticamente centrados para el lucimiento del dibujante estrella Jim Lee quien ensalsa una historia mediocre, efectista, sobrecargada de testosterona y prácticamente sin sentido pero que es tan ligera que da ganas de leerla varias veces. Cada viñeta de Lee es un póster para colgar en la pared, pese a las constantes escenas de lucha con hombres fisiculturistas y mujeres hipersexualizadas y voluptuosas. Sólo Amanda Waller y Leslie Thompkins se salvan de la sensualidad, pero por poco, eh.
Nada mal para un cómic de superhéroes.


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