Oficial caído




 "Estoy cansado y viejo. Porque ya es hora. Porque echo de menos a mi mujer y cada vez que entro en la oficina puedo oír su voz..."

James Gordon



Comienza con una agradable velada para el comisario, ya que sus subalternos le han organizado un festejo por su cumpleaños. El amable oficial accede a la cita en la que incluso es saludado por Batman, a pesar de no sentirse de ánimos para festejar. En esa ocasión, aprovecha para recordar a sus hombres que la responsabilidad de poder arrestar a una persona, privarla de su libertad es una misión con un peso en cada conciencia.


Sin embargo, al salir del bar es emboscado por Catwoman, y en un confuso episodio recibe una serie de disparos, dejándolo desangrar en el sombrío callejón.


Y mientras el buen comisario lucha por su vida en quirófano, Batman encarga a Nightwing, Robin, Batgirl y Azrael -coordinados por Oráculo-, darle casa a la única sospechosa, afirmando que lleva tiempo pasándose de la raya y no sería descabellado que haya querido asesinar a su amigo. Y él mismo, solamente se queda en el hospital, velando por la salud de Gordon, aún ganándose por ello la antipatía de sus amigos y la renuncia de Alfred, que no soporta ver a su jefe convertido en un cretino.


Greg Rucka, Chuck Dixon, Bronwyn Carlton, Devin Grayson, Nunzio DeFilippis son autores de este gran cruce de colección pero logran darle una homogeneidad narrativa, combinando las tareas se persecución de los héroes con las tareas de investigación y procedimientos de los policías. 


Con respecto a la parte artística, el baile de diferentes personas como son Rick Burchett, The Pander Brothers,Steven Harris y Mike Collins le quitan uniformidad estética, pero la trama atrapa lo suficiente para dejarlo pasar.


Es imposible para el lector creerse que Catwoman es la culpable y aún menos creíble que el buen policía vaya a morir, pero la bomba de argumento que habían preparado los autores sí que da vuelta el universo, cuando al recuperarse James Gordon anuncia su retiro de la fuerza policial de manera definitiva.


Es más que notable el reparto de culpas que se suceden entre los oficiales y el mismo Batman, que de manera infantil y negándose a aceptar la decisión pide las explicaciones que no merece y que su amigo le escupe como toda verdad dolorosa: que no todo en la vida se trata de él.


Haciendo las paces, ambos se despiden sabiendo que su amistad continuará, así las cosas (al menos por unos años) no vuelvan a ser lo que eran.



Nota personal: 9





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