Ciudad rota
"Este es el tipo de crimen que oprime a una ciudad hasta que se resuelve. La órden viene desde el alcalde."
Cris Allen
El cuerpo de la hermana de Angel Lupo, vendedor en autos robados y estafador de poca monta, ha sido encontrado en un basurero, con restos de mordidas.
Consciente de la posibilidad de que sea Killer Croc quien lo haya perpetrado, Batman lo interroga, y él pone en su pista al propio Lupo. Batman, a sabiendas de lo difícil que sería hallarlo recurre a su amante, Margo Farr, quien defiende a su pareja de crimen jurando que él amaba a su hermana. No obstante, am ver qué el Murciélago está tras su pista intenta contactarlo y eso hace que Lupo huya desesperado, aunque unos disparos en la dirección de su escape hacen que Batman deje de perseguirlo. En el callejón hay dos esposos muertos a tiros y su hijo está vivo delante de ellos.
Conmocionado por el caso cree encontrar una relación entre ambos crímenes y contacta al detective Allen para pedir su ayuda. Éste, a quién nunca le agradó el Murciélago, confirma que el niño está catatónico y no tiene validez como testigo de momento.
Batman inicia una búsqueda muy terrenal con soplones y recorriendo los suburbios de Gotham para hallar al escurridizo estafador, para descubrir que tenía demasiados enemigos, incluyendo nuevos jugadores tratando de hacerse un nombre en la ciudad, viejos mafiosos conocidos como El Ventrílocuo y el Pingüino, además del notable incremento de su fama tras el incidente.
Mientras más se hunde en el fango comprobará que cada vez hay más suciedad en el caso, al comprobar que Liz Lupo estaba embarazada de un misterioso hombre siniestro y con mucho poder, que ella no amaba pero al que resultaba fácil manipular.
Brian Azzarello nos trae un policial, una novela negra en toda regla donde tenemos a un Batman investigando, cotejando y luchando contra las miserias humanas, tratando de encontrar la respuesta a homicidios que entiende que le pasan de cerca.
No vale la pena contar más qué ocurre porque es una buena experiencia la lectura y es apasionante de leer, la intriga misma impide detenerse.
Solamente tengo dos reparos y el primero es la innecesaria aparición del Joker al final para darle una pista: se siente forzada y contribuye a esa idea de hacerlo omnipresente al payaso que mucho no me agrada. Lo segundo, es que una revelación del final ya la había visto -y comentado aquí - en una historia de Davin Grayson más corta.
Con respecto al arte, Eduardo Risso hace gala de su talento con el tono que la historia amerita y hace sentir mayor proximidad a una obra de Dick Tracy o Raymond Chandler. Sus paisajes y personajes lucen con un juego de sombras que realmente embellece aún más la experiencia.
Nota personal: 9
Agradezco la humildad, simpatía y calidez de Eduardo, un gran artista y querible ser humano.



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