Caballeros de antaño
"Soy responsable de chicos huérfanos que necesitan tutela responsable, como Jason Todd. El segundo de tres chicos dejados al cuidado excepcional de Wayne"
Felix Desidero
Alfred ha contraído el mismo virus que asoló Gotham en la saga Contagio. Y pese a que todos los humanos fueron inoculados con vacunas preventivas, el buen mayordomo ha sufrido la propagación del mismo mediante los murciélagos de la cueva, en una variante que mutó de la que recibieron en su momento de Tim. Durante veinte días el pobre debe permanecer en convalecencia sin saberse si podrá recuperarse y el foco de la historia está puesto en cómo afecta a cada uno de la familia. Batman se queda a cuidarlo, delegando la asistencia de la señal a sus amigos de la Sociedad de la Justicia e intenta prepararle una sopa con desastrosos resultados. Vemos entonces a Batgirl comprando tarjetas de buenos deseos, Nightwing leyéndole obras de Shakespeare, o al propio Superman diciéndole cuánto extraña su té y sus charlas y a Atom ingresando en su torrente sanguíneo para realizar el diagnóstico preciso. Utilizando una vacuna experimental robada a Lex Luthor se inoculan todos los que estuvieron expuestos, hasta Bane incluso recibe su jeringa en la montaña donde se encuentra y aplica una dosis también a un sherpa.
Afortunadamente el hombre se recupera, pero queda demostrado que no es un tema menor su salud para todos en su universo.
No obstante en uno de esos días un asistente social llamado Felix Desidero se acerca a la mansión con un citatorio. Desidero se pregunta lo que ningún civil -ni guionista- ha indagado jamás hasta ese momento: la relación de Bruce Wayne con su hijo adoptivo Jason Todd y su responsabilidad en la muerte del chico.
La ocasión sirve para que él y Oráculo rememoren una ocasión en la que ella estaba ya retirada de la lucha, pero por pedido de él accedió a una última misión supervisando y evaluando a Jason como Robin, cuando empezaba a preocuparse seriamente por su conducta. En una aventura divertida contra unos traficantes de cigarrillos, en la que observa la arrogancia e impuestuosidad del entonces joven maravilla (incluso se lo ve fumando, algo imposible de dibujar hoy en día), ella advierte que necesita más supervisión y que puede cometer una locura. Al mismo tiempo, al hablar del Joker que ha escapado y Batman considera como un riesgo relativo que probablemente luego se presente ella profetiza que probablemente primero hiera a alguien cercano.
Ante la inminencia del interrogatorio de parte del asistente se permite entonces una serie de recuerdos de la muerte de Jason Todd, en un verdadero amor al cómic original por parte de Scott Beatty. Lejos de manipular el material original lo amplía dándole una dimensión humana que en esa época no solía imprimirse. Entonces por ejemplo vemos los últimos segundos de vida de ese Robin con su madre, que intenta redimirse salvándolo y él muriendo -casi en paz - en sus brazos diciéndole que la ama; o a los militares que encuentran el cuerpo pidiendo soborno a Bruce Wayne a cambio de hacerlo pasar como un mero atentado terrorista; el dramático momento en que Alfred se entera del asesinato y el terrible momento en que debe ocuparse de las pompas fúnebres; Barbara echando en cara a Bruce no hacerle caso y a Nigthwing furioso al enterarse en plena época de los Titanes y siendo consolado por la empática Raven.
Y mientras se produce una irrelevante aventura con Manbat y su hijo ayudando en el rescate de un joven secuestrado, todos son sometidos a hablar con el agente de Jason Todd, por primera vez en años. El final es épico, con Bruce haciendo lo propio y llorando desconsoladamente en público, reconociendo que le dio todo lo que pudo excepto lo que más necesitaba: una madre.
Beatty hace sin dudas su mejor trabajo, tomando elementos anteriores y dándole otra dimensión antes no explorada. El propio guionista participó de la votación telefónica sobre el destino del segundo Robin y se nota lo impactante que resulta para él escribir esta historia.
David Ross y Roger Robinson hacen un lindo trabajo ilustrando este emotivo y movilizante relato.
Nota personal: 9


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