La caída del murciélago parte 4
"Bruce está fuera, ha perdido... ¡Probablemente porque seguía sus admirables reglas!. Ahora yo soy Batman. Hago las cosas a mi manera."
Jean Paul Valley
Con Bruce Wayne fuera del juego, Bane consolida su poder destruyendo y debilitando el resto de las familias de la mafia y contratando a Catwoman para que trabaje para él.
En la batcueva, el deteriorado caballero decide que Jean Paul Valley usurpe su identidad para disminuir el crimen reinante y con su símbolo presente mantener el legado del murciélago si es que este puede o no recuperarse.
Sin embargo, de alguna manera el sistema de inducción hipnótico implantado por la orden de San Dumas hace que el rol se le suba a la cabeza, volviéndolo violento, soberbio, cruel y dejando marginado a Robin a un segundo plano. Del mismo modo, ignora las indicaciones previas de Wayne de no acercarse a Bane, poniéndole un cebo para llegar a él y vencerlo. Al mismo tiempo, comienza a diseñar implementos modernos para su traje, comenzando con unas afiladas garras metálicas y un dispositivo de disparo de shurikens.
Bruce Wayne, confinado en su silla de ruedas es testigo del secuestro de su médica, Shondra Kingsloving y de Jake Drake, el padre de Tim y solicita ayuda de Oráculo para detectar el destino de dónde pudieron ser trasladados, deduciendo que el destino es Santa Prisca y se embarca en un vuelo privado a esa región acompañado por Alfred.
En otra historia, el Espantapájaros se apersona en una universidad e hipnotiza a unos estudiantes para llevar a cabo un plan: sembrar el caos con su famoso gas del miedo, regando la ciudad de terror y destrucción, a menos que sea reconocido públicamente como un dios legítimo.
Anarquía, quien saca la conclusión que todos los engendros existentes son culpa de Batman, atraídos cual imán al reto de vencerlo en sus propias y teatrales reglas decide utilizar la oportunidad para enfrentarse a este villano y al murciélago en persona, dando pie a una interesante confrontación de tres personajes con sus móviles y miedos diferentes, y como se ven afectados entre sí.
El mismo equipo anterior, sumado en la última historia a Alan Grant y Bret Blevins en gráficos nos regala otro capítulo interesante en una Gotham sin Bruce Wayne que la proteja y con un Batman distinto, con aires de macho de película que prefiere el trabajo sucio, la violencia y hasta ser temerario al grado suicida antes que la planificación, la investigación y la moderación. El contraste no podría ser más notable y el efecto en el lector empieza a ser de incomodidad y de deseos de que regrese el verdadero señor de la Noche.
Nota personal: 8


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